Evaluar la calidad de la educación: un pendiente que debe esperar

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Publicado en fecha: 06-05-2022

Medir y evaluar la situación de la educación en Bolivia fue un tema pendiente de resolver hasta no hace más de un par de años atrás. La pandemia del Covid-19 ha puesto al descubierto las enormes debilidades del sistema educativo y, lo que es peor, ha empezado a generar diferencias significativas entre los estudiantes de las unidades educativas de los estratos más representativos del sistema educativo (urbano-rural y fiscal-particular). Esta situación obliga más que nunca a los actores educativos a encarar el desafío no solo de medir y evaluar sus resultados, sino también a reflexionar colectivamente acerca de ellos.

Ante la magnitud de los acontecimientos educativos suscitados consecuencia del Covid-19, el sistema educativo se ha visto afectado inicialmente por el cierre de sus escuelas y posteriormente por la clausura de la gestión escolar en el Subsistema de Educación Regular el año 2020. Las determinaciones asumidas en ese entonces, hoy afectan a un total de 2.963.231 estudiantes de los diferentes niveles e involucra a un total aproximado de 154.722 maestros y maestras en servicio (Ministerio de Educación, 2022). Población que, en el ámbito educativo, fue la más afectada por la pandemia y las determinaciones asumidas en esa época.

Como amerita en estos casos, evaluar la magnitud del daño educativo causado por efectos de la pandemia es sin duda una de las primeras acciones que deberá ser asumida por la instancia competente, el Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa (OPCE). Sin embargo,  la tarea no resulta nada fácil; conozcamos una de las principales razones que podría sustentar esta aseveración.

En la década de los noventa, el año 1997, luego de implementarse la Ley N° 1565 de Reforma Educativa, el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación, más conocido por sus siglas como SIMECAL, en coordinación con el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa (LLECE), evaluó la calidad de la educación del sistema educativo boliviano. Posteriormente, tras un intento fallido el año 2006, el año 2017, nuevamente el sistema educativo reportó información acerca de su estado de situación. Un hecho común entre estos estudios, constituye las circunstancias en que ambos fueron aplicados. El contexto político, social y educativo fue propicio para el recojo de información transparente “sin perturbaciones”. Ello permitió, a ambos estudios, conocer acerca de la calidad del sistema educativo a partir del logro de aprendizaje alcanzado por los estudiantes en determinados grados y áreas evaluadas.

En la actualidad, dichas condiciones requeridas por toda evaluación educativa, en especial por aquellas que de manera empírica miden la calidad del sistema educativo (de gran escala o nacionales), parecen estar distantes. El año 2019, luego de las elecciones nacionales vividas en el mes de octubre, el álgido ambiente post electoral irrumpió la gestión escolar casi en la mayoría de las unidades educativas del área urbana que, dicho sea, obligó a reprogramar el cuarto de los estudios del LLECE que mide la calidad de los sistemas educativos en la región, el ERCE.

A ello se suma lo sucedido en la gestión 2020. Y, a pesar de que la gestión escolar fue retomada durante el periodo 2021, las particularidades que acompaña este proceso son varias como, por ejemplo, los ajustes curriculares establecidos por la normativa de esa gestión en la que se establece un periodo pedagógico de nivelación de contenidos curriculares dosificados a ser implementados en el primer trimestre y un periodo pedagógico de desarrollo de contenidos curriculares dosificados a ser implementados en el segundo y tercer trimestre. Del mismo modo, el retorno a la educación en la gestión 2021, implicó entre otras cosas, la permanente transitabilidad entre una y otra modalidad de atención a la educación, debido a los rebrotes de la pandemia (Ministerio de Educación – RM 001, 2021). Otros aspectos asociados a la condición emocional de los estudiantes, afectados por la pérdida de familiares consecuencia de la pandemia, son aspectos no favorables cuando se trata de evaluar la calidad de la educación de un sistema educativo. En consecuencia, se puede sostener que el sistema educativo boliviano se encuentra altamente “perturbado” para recoger información acerca de su calidad o del logro alcanzado por la educación los últimos años. Superar eso, constituye el principal desafío de quienes tienen la responsabilidad de administrar la educación.  

En tales circunstancias, es difícil, sino imposible, evaluar la calidad de la educación de un sistema educativo. Lo que, sí es posible es acudir a los estudios diagnósticos de tipo descriptivo y corte transversal, como la evaluación diagnóstica, estudio que, más que reportar información acerca de “la calidad de la educación”, proporcionará información acerca de una determinada situación y en un determinado tiempo. En esta línea de estudios, el OPCE, en noviembre de 2021, implementó en coordinación con el Ministerio de Educación, la Unidad de Políticas Sociales y Económicas y el Instituto Nacional de Estadística, una de las pocas evaluaciones de gran escala efectuadas al sistema educativo y cuyos resultados se encuentran próximos a ser comunicados. De la misma manera, el OPCE prevé implementar en la gestión 2022 otro estudio similar que permitirá medir y evaluar la formación integral de los estudiantes del nivel inicial en familia comunitaria, además de otros estudios cuyos diseños, de base curricular, recogerán información, esta vez, acerca de la calidad de la educación y desde una perspectiva propia.

En tales circunstancias, resulta imperativo como país, apostar a un cambio en la forma de ver y administrar la educación; y en lo pedagógico, en la forma de planificar, concretar y evaluar el proceso educativo. Lo vivido durante la pandemia claramente marca el hito para repensar la educación en la perspectiva de cómo aprender a vivir y convivir después de ella. Sin duda, urge evaluar el sistema educativo pero la preocupación que hoy aqueja de evaluar la calidad de la educación es quizás un pendiente que deba esperar.  De momento, lo que importa es asumir acciones concretas para recuperar lo perdido en estos últimos años, y la evaluación diagnóstica, en estas circunstancias, es tal vez uno de los estudios más efectivos para lograrlo.

Gonzalo Vargas Yevara, Jefe de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa

OBSERVATORIO PLURINACIONAL DE LA CALIDAD EDUCATIVA (OPCE)